
¡No tienes ni un segundo que perder en cuanto llegues a Bujará! Con más de 2000 años de antigüedad, esta pequeña joya de la Ruta de la Seda, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993, tiene tantos monumentos que uno no sabe hacia dónde mirar. Si hay algo seguro es que te enamorará.
Llegué a Bujará tras un largo trayecto. Nada más dejar mis maletas en el hotel me fui a deambular al azar por las calles de la ciudad, con sus casas de tapial. Había unos colores preciosos con la luz del atardecer invernal. Esperé al día siguiente para hacer una visita algo más «estructurada». Fue una forma estupenda de tomarle el pulso a la ciudad y hacerme un mapa mental.
Al día siguiente, ya toca ponerse en serio, con un programa bien completo. Si algo está claro es que ver todas las mezquitas y madrazas de la ciudad es misión imposible. Sin duda es un poco frustrante, pero con que visites los grandes clásicos ya está bien. Comienza por el casco antiguo, Chakristan.
Primero ve hacia la fortaleza del Ark, lugar de residencia de los señores de Bujará- Además de que visitarla es muy interesante, al estar situada sobre una colina tiene unas vistas preciosas de toda la ciudad. Enfrente, al otro lado de la plaza de Registán, está la mezquita de Bolo Haouz, la «mezquita junto al estanque». Su cúpula y sus trabajados techos de colores son impresionantes. En un puestecito o cuando cruces alguno de los bazares, aprovecha para hacer una pequeña pausa y probar un té o una infusión con especias antes de seguir con el itinerario.
Después, nuestros pasos nos llevarán al famoso complejo religioso de Bujará. Primero está la mezquita Kalon, cubierta de mosaicos, y, después, el minarete, símbolo de la ciudad. Por último, la madraza Mir-i-Arab, una de las escuelas coránicas más famosas de Asia Central donde podrás ver a un montón de alumnos desfilando. Justo al lado, bien escondida tras el mercado de muebles, está la mezquita Balyand y, un poco más allá, la mezquita Toki Zargaron y la madraza Oulouz. Muchos de estos monumentos se han transformado en centros de artesanía en los que podrás parar para comprar algunos souvenirs de tu viaje por tierras uzbecas: alfombras, miniaturas, alfarería... Tendrás muchas opciones para elegir.
Puedes terminar este primer día contemplando el Tchor-Minor, con sus cuatro impresionantes minaretes turquesas, y, después, el conjunto de Liab-i-Haouz, que consta de dos madrazas: Nadir Divan-Begi y Koukeldash. Después toca ir a cenar y a descansar, porque al día siguiente Bujará te tendrá reservados muchos más secretos.
Es interesante alejarse del centro histórico para ir a conocer el palacio de verano del último emir de Bujará, Sitorai Mokhi Khossa. La decoración de las diferentes estancias es de lo más recargada y colorida. También en este edificio hay dos museos muy interesantes: el museo del traje y el museo de artes decorativas, de visita obligada por sus alfombras de seda en lana, así como por sus suzanas, las telas que adornan las paredes.
¡De vuelta a Bujará para algunas últimas visitas importantes! Primero, Tcharma Ayoub, donde el profeta Job hizo aparecer un manantial. Su cúpula cónica se distingue de todo lo que podrás ver en la ciudad. El pequeño museo que hay en su interior sobre los problemas del agua (derroche, mar de Aral, ríos secos) merece algunos minutos de atención. Enfrente hay un monumento conmemorativo moderno a Al-Bujari. Luego, un poquito más de historia con el mausoleo de Ismail Samani. Monumento más antiguo de la ciudad, data del siglo X y cuenta con unos ricos motivos ornamentales.
Caminando un poco llegarás a las ruinas de los 12 kilómetros de fortificación que protegían Bujará, y, después, a un bazar con pasillos de llamativos colores y bien provistos de productos muy variados y perfectamente colocados. Para comer, puedes ir a uno de los pequeños (y sencillos) restaurantes de alrededor, o a alguno más turístico, en una antigua madraza. También puedes organizar una comida en casa de habitantes locales: ¡la hospitalidad uzbeca es un plus! No te irás sin la receta perfecta del plov, su plato tradicional.
Es impensable pasar menos de 2 a 3 días completos para conocer Bujará, llena de riquezas.