Se trata de una ciudad muerta (en contraposición con las demás ciudades turísticas de Uzbekistán) en un paisaje seco y estéril. El museo es casi imposible de encontrar. Las carcasas oxidadas de los barcos se agolpan bajo un monumento que explica brevemente la historia reciente del mar de Aral.
Por todos estos motivos, no la califico de indispensable, a no ser que queramos ir hacia el mar de Aral (a más de 200 km de distancia).
Por otra parte, después de haber atravesado los campos de algodón del valle de Fergana, resulta interesante imaginarse mejor las consecuencias del monocultivo intensivo.
Una vez llegué allí, una turista suiza me recogió en autostop con su 4 x 4 y juntos intentamos encontrar un guía que nos llevara hasta el mar de Aral. Tras dos horas de negociaciones infructuosas, nos fuimos a Kungrad. Mejor organízate en Nukus si tienes intención de ver el mar de Aral.
Moynaq podría ganar el concurso a la ciudad más deprimente del mundo. Antiguamente era un puerto próspero en el mar de Aral, pero hoy la ciudad se encuentra a más de 200 km del mar. Como resultado, Moynaq es hoy en día una ciudad fantasma. La mayoría de los habitantes se ha ido de la zona, y sólo viven personas mayores y jóvenes nómadas, Los barcos se oxidan bajo el sol y la arena del desierto cubre parcialmente la ciudad cuando hay tormentas.
El sitio es deprimente a la par que fascinante, ya que nos confronta con lo absurdo del desastre ecológico y humano de la desecación del mar de Aral. Moynaq es un sitio olvidado pero que, a mi parecer, merece una visita en un viaje a Uzbekistán.