Situada a caballo entre las fronteras de Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán, el desierto de Qizilqum cubre una distancia de más o menos la mitad de Francia a través de paisajes que se revelarán como desoladores para algunos o fascinantes para otros: vastas llanuras desérticas, cubiertas ligeramente de arena, polvorientas y con vegetación dispersa.
Sin embargo, el desierto se encuentra bastante apartado, en una especie de callejón sin salida inhabitado, y, por lo tanto, no es una visita indispensable. Desde mi punto de vista, se pierde mucho tiempo en llegar al lugar y tendrás que dar marcha atrás, ya que las carreteras terminan antes de llegar a la frontera con Kazajistán. Personalmente, no recomendaría pasar a través del corazón del desierto de Qizilqum, ya que puede verse desde la carretera entre Uchquduq y Nukus, que recorre más de la mitad del país ya particularmente desértico.