Honestamente, aquí no hay gran cosa que hacer, pero al menos merece la pena una visita.
Después de algunos meses de viaje por Uzbekistán, la calma de Ferghana me sentó muy bien para "romper" un poco con las hordas de turistas que hay en Boukhara y en Khiva.
Con pocos turistas a la vista, es el momento de disfrutar del mercado local, donde los mercaderes rusos y asiáticos tienen sus puestos de frutas y los uzbekos venden "chachlik". Es una experiencia de lo más auténtica.
El parque Al Al Farghoni está muy cerca del mercadop y es perfecto para sentarse a degustar los productos que acabamos de comprar, mientras observamos pasear a las familias uzbekas. El picnic en el parque es una muy buena opción ya que los restaurantes no son el punto fuerte de la ciudad.
Con sus avenidas arboladas y sus coloridos edificios oficiales, es evidente que Ferghana no tiene mucha historia, hecho particularmente llamativo en la región de la Ruta de la Seda, donde quedan muchos restos del glorioso pasado. Sin embargo, a pesar de su origen reciente, Ferghana me pareció un sitio agradable y práctico para salir a explorar todo el valle de Fergana.
A pocos kilómetros de la ciudad te verás en medio de un magnífico paisaje, con altas mesetas despobladas, algo particular en la región. El lugar es perfecto para las excursiones, el trekking, o vivir una experiencia local en una yurta. Es un destino imprescindible durante un viaje a Uzbekistán.