Islas paradisíacas, selvas exuberantes, templos eternos, elefantes por miles... Ésas son las promesas de una aventura en el encantador reino de Tailandia. La imagen sería idílica si se dejase tranquilos a estos paquidermos, en otro tiempo animales emblemáticos de la cultura tailandesa. La figura inmaculada de un elefante aparecía en la bandera nacional hasta 1917. Hoy en dia, los elefantes son relegados al rango de esclavos, destinados a divertir a los turistas. Subir a sus lomos, el espectáculo de la pintura, equilibrismo... Todo es bueno para entretener a los extranjeros. Pero ¿conoces la realidad que viven estos animales día a día? ¿Estás tan dispuesto a pasarlo bien durante tu viaje que incluso contribuirías a la difícil situación de los elefantes en Tailandia? Un pequeño resumen de una realidad que, muy a menudo, es ignorada y hay que conocer para hacer un turismo responsable en Tailandia.
Los animales domesticados son capturados, sobre todo, en sus primeros años de vida y son separados de sus madres, que les defienden sin descanso. Se dice que para capturar a un joven elefante, se mata a 4 ejemplares adultos. La caza furtiva, aunque es mayoritariamente ilegal, es bastante común en Asia. Confiados entonces a sus domadores, los jóvenes elefantes sufren el phajaan, un maltrato destinado a que el alma del animal abandone su cuerpo, siguiendo una creencia ancestral. Para ello, los elefantes son torturados en varias partes de sus cuerpos, golpeados con ese pico tan característico que no te habrá pasado desapercibido, la picana, para infundir un temor al hombre y una sumisión para toda la vida. Solo la mitad de los animales sometidos a esta tortura sobreviven... Una vez que el animal es maleable, comienza entonces la doma, que será el atractivo para los turistas...
En Tailandia, es mejor optar por los centros de acogida donde curan a los animales maltratados, cuidan de ellos y les proporcionan un modo de vida tranquilo para tratar de hacerles olvidar las miserias pasadas.
El Elephant Nature Park es un buen ejemplo de ello. Ofrece a los visitantes la oportunidad de ayudar a atender a los paquidermos bañándolos en el río, limpiando sus recintos, dándoles de comer, etc. Una experiencia increíble junto a estos gigantes de gran corazón. Y, por encima de todo, otro tipo de contacto con el animal, más consciente, más respetuoso y más humano.