
En esta región hay dos lugares clave declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: la cúpula de Genbaku en Hiroshima y el santuario de Itsukushima en Miyajima.
Actualmente, Hiroshima es una gran ciudad, repleta de edificios de hormigón, ya que fue completamente reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial. La ciudad está diseñada con un plano en damero, sus calles son anchas y perpendiculares entre sí. El castillo de la ciudad data de 1589 y fue reconstruido en 1958, ahora alberga un museo que muestra cómo era la ciudad antes de la guerra.
La cúpula de Genbaku está ubicada en el corazón de la ciudad, la bomba nuclear impactó sobre este edificio. La cubierta acabó destrozada, pero la estructura metálica aún se conserva intacta. En algunos lugares se pueden observar siluetas de personas que se encontraban cerca del impacto y cuyos cuerpos calcinados quedaron proyectados en suelos y paredes tras la explosión.
El Memorial de la Paz relata con detalle lo que sucedió después de la bomba, las enfermedades, el sufrimiento de la población, cómo un bonito día de verano acabó convirtiéndose en una pesadilla, etc. Del papel que tuvo Japón en la guerra no se cuenta prácticamente nada. Es un museo con un contenido bastante duro, impone mucho, ni que decir tiene que no lo recomiendo si viajas con niños, ya que se muestran fotografías muy explícitas de personas mutiladas o con malformaciones provocadas por las enfermedades y la radioactividad...
En el exterior se construyó un gran monumento junto a los cercanos ginkgos centenarios (que en español significa albaricoque plateado o árbol de los cuarenta escudos) que sobrevivieron a la explosión. En recuerdo de Sadako Sasaki y de todos los niños que fallecieron como consecuencia de la bomba se erigió una escultura. A Sadako se le diagnosticó leucemia a la edad de 12 años. Tras recibir la noticia, se dedicó a hacer con sus propias manos grullas de origami, con el objetivo de llegar a las mil. Según cuenta la leyenda, a toda persona que realice 1000 grullas de origami, se le cumplirá cualquier deseo que pida. La adolescente falleció antes de llegar a dicha cifra, pero sus compañeros de clase terminaron esa labor por ella. Desde entonces, visitantes de todo el mundo traen miles de grullas y las cuelgan en el monumento como símbolo de paz.
El manga Hadashi no Gen de Keiji Nakazawa relata cómo era la vida cotidiana después de la bomba, el autor se alimentó en gran medida de sus propios recuerdos para componer esta historia. Aunque los dibujos y la estética son muy de los años 70, la historia es muy emotiva y representa un buen testimonio de esa época.
Después de pasar el día en Hiroshima, puedes tomar el tren y luego el ferry para llegar a la isla de Miyajima. Antiguamente, se creía que esta isla-santuario, conocida por su arco shinto erigido en el mar, estaba habitada por los dioses. El lugar es muy agradable por la noche, la gran mayoría de turistas han abandonado la isla para entonces y los colores que se dibujan en las aguas del mar al atardecer son impresionantes. Los ciervos deambulan libremente por toda la isla y no dudan en introducir el hocico en las mochilas y bolsas de los turistas para ver si tienen comida, pasaportes o cualquier otro documento importante que puedan merendarse, ¡no olvides cerrar bien tu mochila! Por la noche, podrás degustar las especialidades locales: las ostras a la parrilla y el okonomiyaki. El okonomiyaki de la región es especialmente famoso y tiene un tamaño impresionante. Se trata de una especie de pizza en la que se combinan verduras, mariscos y/o carne y fideos. ¡Todo un menú en un solo plato!
Al día siguiente puedes visitar el gran santuario sintoísta de Itsukushima y caminar hasta su torii (un arco tradicional) cuando la marea está baja. Hay una gran cantidad de conchas incrustadas en la base del monumento y en el suelo podrás observar una multitud de pequeños cangrejos correteando de un lado a otro así como cangrejos ermitaños.
Justo detrás del santuario y la principal calle comercial, hay una serie de caminos y escaleras que conducen a lo más alto de la isla. Desde la cima disfrutarás de unas vistas magníficas, ya que se pueden visualizar todas las islas de los alrededores.
Para mí, las visitas a Hiroshima y Miyajima son indisociables, ya que se trata de dos caras de la misma moneda, una dramática y oscura y la otra agradable y llena de color. Necesitarás dos días completos para explorar estos lugares e impregnarte de toda su atmósfera.