Es una pequeña isla, accesible sólo por barco, y poco frecuentada por los turistas extranjeros. Es muy raro que la gente hable inglés, incluso en los alojamientos, pero son muy amables y hacen muchos esfuerzos para comunicarse. Abundan las frutas, especialmente las piñas y los mangos, al contrario que en el resto de Japón.
Las playas son magníficas, con una riquísima fauna marina a apenas algunos metros de la playa. Algunos bancos de peces pequeños, muy curiosos, no dudan en venir a chuparte los dedos. Si no tienes tubo o aletas, no pasa nada, es posible alquilarlos por algunas horas. En abril-mayo, las mantarrayas vienen a los alrededores y puedes bucear con ellas.
Hay posibilidades de recorrerlo, a pie o en kayak, en la selva tropical o en medio de los manglares Si eres afortunado, podrás ver el enorme cangrejo de Iriomote, o mucho más excepcional, el gato de Iriomote,