
Los barrios del centro son muy paseables. Tómate tu tiempo para sumergirte en el alma de Polonia. Date un buen paseo por la plaza Rynek y piérdete por las callejuelas del nuevo barrio de moda en Cracovia: Kazimierz.
A trescientos kilómetros al sur de Varsovia, Cracovia recibe al visitante en medio de un decorado histórico y cultural excepcional. La antigua capital real de Polonia escapó hasta cierto punto de la destrucción de la última guerra mundial. No se puede decir lo mismo de la población: el conflicto dejó a la ciudad vacía de intelectuales y el Holocausto sacudió a su gran comunidad judía, aniquilando todo impulso económico, científico y cultural.
Desde que llegué, me dejé seducir por el ambiente de paz y serenidad de la plaza Rynek, donde se encuentra el antiguo ayuntamiento. Intenta organizar la visita para estar en esta plaza antes del mediodía. Así podrás escuchar el hejnal, el emblema sonoro de Polonia. Todos los días sube un trompetista a lo alto de la torre Mariacki para tocar una melodía tradicional. Es una forma de rendir homenaje a la historia de la ciudad. Es gracioso ver al trompetista tocar el fragmento cuatro veces, una hacia cada punto cardinal.
Después de buscar gangas entre las innumerables tiendas de recuerdos de la lonja de Sukiennice, toca ir a conocer el barrio de Kazimierz, que domina el margen norte del río Vístula. Antiguamente era una ciudad independiente, pero hace ya más de doscientos años que pertenece a la ciudad de Cracovia. Es donde se concentraba la comunidad judía. Durante la Segunda Guerra Mundial, Kazimierz fue desalojada, sin que se le diera uso durante el periodo comunista. Actualmente es un barrio de moda para artistas y estudiantes.
Tiene un ambiente muy particular, con muchas sinagogas. Algunas se pueden visitar. El cementerio judío está a pocos metros de las discotecas y bares de moda donde los jóvenes polacos acuden para divertirse. Una visita al centro cultural judío es una buena ocasión para comprender mejor a sus gentes. A finales de junio y principios de julio se celebra cada año el festival de la cultura judía. Con sus más de doscientos actos, se trata del mayor festival de este tipo que hay en el mundo.
Durante mi estancia descubrí un carrusel de lo más original en la plaza Nowy, en el centro del barrio. Es una construcción de ladrillo en forma de octágono, rodeada de una estructura metálica. Cada uno de los ocho lados es un restaurante donde se sirve la especialidad local. Frente a los mostradores, hay mesas instaladas a todo alrededor. Así, todo el conjunto forma unespléndido sol. Después de pedir, buscas un asiento libre en alguna de las mesas. Hay un ambiente cordial y cosmopolita, con comida típica a precios fantásticos. ¡Muy recomendable para comer o cenar sobre la marcha!
Por la tarde puedes descansar a orillas del Vístula. Hay vistas muy bonitas de la parte sur de la ciudad.
Cracovia es una etapa que no puede faltar durante una estancia en Polonia. Es un verdadero cúmulo de historia y arquitectura, con una cultura vibrante y conmemorativa donde pasear y empaparse del espíritu de Polonia.