La ciudad se extiende desde el Báltico y tiene un centro histórico muy bonito, con casas de ladrillo rojo y tejados muy inclinados. Los antiguos embarcaderos inmortalizan el pasado glorioso de la ciudad, cuando Gdansk (Danzig en alemán) era uno de los mayores puertos de esta región europea.
Para mí fue un gustazo pasear por las callejuelas empedradas de la cuarta ciudad más grande de Polonia. Tenían la misma atmósfera y arquitectura que en las ciudades hanseáticas del norte de Alemania, como Hamburgo o Lübeck. También me gustó mucho el aire agradable y campechano de la ciudad, los diferentes museos, iglesias, cafeterías y restaurantes, que por la noche se llenan de gente.
En conjunto, es imprescindible incluir Gdansk en cualquier itinerario de viaje por Polonia.
Lo mejor para descubrir Gdansk es hacer la Ruta Real. Al recorrerla pasé por el centro histórico de Gdansk, tan pintoresco y colorido que te transporta a tiempos pasados. Terminé el recorrido en mi parte favorita de la ciudad: el muelle.
La zona del muelle es uno de los barrios más famosos de Gdansk. Allí se encuentran algunas de las casas más antiguas de la ciudad. También hay tiendas de antigüedades donde pudimos comprar algo muy típico (aunque cada vez más caro) de Polonia, el ámbar.
Por la noche, date una vuelta por la ciudad para ver la iluminación de los edificios públicos. Le dan un toque único a la ciudad de Gdansk.
Creo que esta ciudad debería estar en el itinerario de un fin de semana o viaje por Polonia. ¡Vale la pena, no te arrepentirás!