A título personal, me encantó absolutamente Hajnówka así como toda su región. A las puertas de la última gran selva virgen de Europa del este, protegida por el parque nacional de Bialowieza, tradicional, con la cultura de su minoría bielorrusa, sus casas de madera, su iglesia ortodoxa majestuosa: ¡hola, exotismo! Muchos clichés sobre el gran este europeo se encuentran representados en Hajnówka.
Construida a las puertas de la selva, Hajnówka tiene el aire de, no obstante ser oriental, las ciudades del lejano oeste americano. Ciertamente, además de esta gran iglesia moderna que reúne a toda la comunidad ortodoxa, toda pintada de frescos, rodeada de fervor, la ciudad en sí misma no ofrece nada interesante que ver. Pero hay en Hajnówka cierto ambiente indescriptible de ciudad de confines, frontera de dos mundos culturales, palpable en todas partes, que yo encuentro fascinante. Y después, accesible desde la salida de la ciudad, este soberbio parque nacional, mundo de bosques salvajes, casas de leñadores de madera, con sus ciervos, alces y bisontes.