
La situación política de Irlanda ya no es la misma que en el siglo XX, durante con sangrientos conflictos con el Úlster (Irlanda del Norte). Ahora es un país agradable al que se puede viajar con total tranquilidad.
Hasta hace poco (los años 90), Irlanda era un destino en el que había que prestar atención a determinados comportamientos, actitudes y comentarios. No hace falta que te recordemos los dolorosos acontecimientos que desgarraron el país durante el siglo XX (y que siguen marcando a la gente). Basta con ver la escisión entre Éire y Úlster par darse cuenta. Sin embargo, ahora Irlanda es un país seguro al que es muy agradable viajar. Incluso Limerick, antes conocida como "Stab City" (la "ciudad de las puñaladas", por la cantidad de agresiones con navajas que había) se ha lavado la cara y ahora es candidata para convertirse en Capital Europea de la Cultura.
Aunque Irlanda sufrió una muy grave crisis económica que sumió al país en una cierta depresión, provocando la ira de muchos irlandeses, esos días tan negros parecen haber quedado ya atrás. Con un turismo que no para de crecer basado en la autenticidad, la naturaleza y las tradiciones (al que ayudan mucho las tarifas lowcost de Ryanair, la empresa nº 1 del destino), asociado a un incremento de las inversiones extranjeras (gracias a unas ingeniosas ventajas fiscales para incitar a las grandes empresas a instalarse allí), Irlanda ya ve la luz al final del túnel, aunque los irlandeses siguen negándose a pagar el agua corriente, lo cual demuestra que aún no está todo solucionado.
En pleno 2016, sigue habiendo cosas que nunca cambiarán en Irlanda, por suerte para todos. La cultura gaélica, tan arraigada, que gira en torno al deporte (el Hurling o fútbol irlandés), la música (la flauta tradicional, las panderetas...) y la lengua (el gaélico, cuya capital se encuentra en las islas Aran), coexiste con algunos valores muy conservadores, sobre todo en el ámbito religioso (la religión está muy presente) y en cuanto a los derechos de la mujer (el aborto sigue siendo muy controvertido).
Aunque Irlanda mira al futuro, también, ante todo, debe lograr resolver unos conflictos internos tan antiguos como el propio país.