Fui a las islas de Similan saliendo desde Khao Lak. En principio, mi idea era hacer submarinismo, pero en vista de que había tormentas, opté por apuntarme a una expedición para bucear con tubo.
Me encantó el trayecto en el barco. En total éramos solamente ocho o diez pasajeros y había muy buen humor a pesar del cielo amenazante, gris casi negro. La llegada a la primera isla es un momento sencillamente mágico, con aquellas rocas y aquellas aguas translúcidas, de un color azul intenso. Fue una de las experiencias más bonitas de mi estancia en Tailandia. La segunda isla también era alucinante, totalmente desierta. Las islas Similan son una verdadera joya y están todavía intactas. Tienen muy pocas infraestructuras, un auténtico gustazo en los confines del mundo.
En cambio, la sesión de buceo me decepcionó un poco. El guía echaba comida para que se acercaran los peces, dando lugar a un enjambre antinatural e incómodo. Visto lo visto, decidí apartarme del grupo para explorar los fondos por mi cuenta. Fue increíble, ¡tenía a mi alrededor bancos de peces de mil colores!
Luego, la vuelta fue un viaje épico. Difícil y movidito por el viento y la lluvia, una experiencia única.