Me impresionaron los espléndidos paisajes de la Selva Negra. Imaginaos 170 kilómetros de terrenos vastos y de vegetación exhuberante de coníferas, con lagos y picos montañosos rodeados de bonitas rutas escarpadas donde predominan los desfiladeros y pasos por cornisas, entremezclado con viñedos y pastos salpicados de granjas. Es un marco idílico durante una estancia en Alemania.
Os recomiendo la Ruta de las Crestas; me encantó en especial su pequeño lago glaciar Mummelsee, en las faldas del Hornisgrinde (1 664 metros), uno de los picos más altos de la Selva Negra.
Tomaos el tiempo para admirar la iglesia de Freudenstadt y las fascinantes cascadas de Allerheiligen. Si os gusta disfrutar de bonitas panorámicas, emprended la Ruta Alta de la Selva Negra, un curso de montaña donde contemplé magníficos picos, incluyendo el monte Belchen (1414 metros), un hermoso mirado de los llanos del Rin, los Alpes y los Vosgos.
Seguid vuestro recorrido hacia las montañas de Feldberg (1493 metros) y Titisee: un lago glacial hermoso. Si os gusta visitar lugares insólitos, no debéis perderos el museo al aire libre de la Selva Negra, en el centro del valle Gutach.