Los mozambiqueños afirman que Inhambane es la ciudad más limpia del país. En efecto, el centro es muy agradable con sus fachadas multicolores y sus viejos edificios coloniales que recuerdan a Portugal. Al terminar el día, los bares empiezan a animarse y ofrecen conciertos y una gran selección de cócteles. Frente a sus fachadas decrépitas y llenas de encanto, se cruzan hindúes, musulmanes y cristianos procedentes de tres continentes.
Al atardecer, me encantó recorrer las callejuelas que rodean la catedral de Nuestra Señora de la Concepción, de 170 años de antigüedad. En la bahía, se pueden ver las bagalas o dhows que, desde el siglo XI, van y vienen por esas aguas cristalinas. No dudes en intercambiar algunas palabras con los pescadores, estarán encantados.
Si te alojas en Inhambane, podrás llegar fácilmente a las magníficas playas de Tofo y Barra.