Una de las primeras cosas que hicimos en Gosier fue informarnos sobre los medios de llegar al islote. Hay un barco que viaja a diario por algunos euros, pero podemos optar también por ir a nado porque apenas cinco metros lo separan de la costa. Es la solución que elegimos nosotros.
Así que calzamos aletas, pusimos máscara y tubos y recorrimos tranquilamente la distancia, admirando a nuestro paso los arrecifes de coral ocupados por numerosos peces. Tuvimos la precaución de llevar algunos euros a fin de degustar un "ti'punch" (cóctel típico de las islas francesas del Caribe) y unos buñuelos en la terraza de un "lolo" (puesto de comidas).
Nos paseamos hasta el faro rojo y vimos unos pelícanos, después regresamos por el mismo camino después de una siesta a la sombra de unos tamarindos.
Al día siguiente, subimos al Fuerte "Fleur d'Épée" (Flor de Espada) para tener una vista de la bahía.