Cristina Valenciano Ruiz: sus últimos artículos

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Dar Es-Salaam, un nombre de ensueño para los viajeros
Un nombre legendario
Cierra los ojos y sentirás inmediatamente el efecto que produce en tu espíritu la evocación del nombre Dar Es-Salaam. Sin duda los amantes de los viajes y la aventura se estremecerán. Dar Es-Salaam es un nombre realmente legendario, que al evocarlo simplemente, genera un deseo irresistible de viajar. Podrás cumplir el sueño de explorar esta ciudad con nombre mítico en tu viaje por Tanzania.
Si bien en la actualidad Dodoma es la capital oficial y Arusha el punto de partida natural de los turistas en dirección hacia los grandes parques como por ejemplo el Ngorongoro, el Serengeti y el Kilimanjaro, Dar Es-Salaam además de ser el pulmón económico del país, sigue estando en la mente de todos como la ciudad mítica cuyo nombre significa "Remanso de paz". Admite que ya has comenzado a soñar.
Seguramente tendrás en la cabeza la imagen de las gabarras navegando frente a un puerto de pescadores, o el de las calles polvorientas cuyo misterio te sorprende a cada paso. Para entender la realidad, lo mejor es ir allí en persona y comprobar las leyendas.
Dar Es-Salaam en la actualidad
No tardarás mucho en darte cuenta a tu llegada a Dar Es-Salaam que la realidad está bastante alejada de lo que uno se imagina. Desde el punto de vista de la seguridad, Dar Es-Salaam no es tanto un remanso de paz como indica su nombre. Para tus desplazamientos, pregunta siempre sobre la situación de seguridad en los barrios por los que pienses pasar, incluso de día. Ni se te ocurra ir caminando de noche. Tendrás que tomar un taxi y siempre uno que sea oficial, para no correr riesgos.
En cuanto a las visitas, por ejemplo, puedes dirgirte a la catedral de San José y a la iglesia luterana. El Museo Nacional y la Casa de la Cultura también te resultarán visitas interesantes. Paseando por la calle de los templos tendrás la sensación de haber salido del continente africano para encontrarte en la India. Ve a conocer el Swaminarayan.
Si quieres sentir el ambiente que debía tener Dar Es-Salaam en la época en la que esta gran ciudad congestionada permanentemente, no era más que un pueblo de pescadores, tendrás que ir al puerto. Allí podrás ver las gabarras navegando a lo lejos antes de venir a descargar sus redes de pesca. Verás su agitación típica y escenas mucho más auténticas. Aquí tienes finalmente una pequeña muestra del Dar Es-Salaam que hace soñar a los viajeros.

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Şuşa, sus monumentos antiguos y sus fantasmas
Un testimonio al aire libre del conflicto separatista
Aunque todo el Alto Karabaj recuerda el conflicto separatista de principios de la década de 1990, esto ocurre especialmente en Şuşa. Cuartel general de las fuerzas azeríes, fue devastada en la última fase del conflicto, cuando Armenia se hizo con la victoria. Aunque las autoridades del Alto Karabaj implantaron una política de reconstrucción y de señalización de la victoria por todo el territorio, en Şuşa lo que se palpa es la derrota y la destrucción. Lugar principal de la cultura azerí, aunque también tenía una población armenia antes de la guerra, en un siglo ha pasado de ser una ciudad floreciente y cosmopolita (de las más famosas de todo el Cáucaso, por encima incluso que Ereván), a convertirse en ciudad de última categoría, demolida al 80%. Contaba con 15.000 habitantes en 1989 y ahora solo tiene 4000. Desde el punto de vista histórico, visitar Şuşa te enseñará más sobre la guerra que cualquier museo. Las casas, todavía destruidas, el tanque conmemorativo que dejaron las fuerzas armenias tras el conflicto y el estado de los edificios relacionados con la cultura azerí hablan por sí solos.
Tras las huellas de una historia brillante
Sin embargo, también puedes dejarte fascinar por las reliquias del pasado que, contra viento y marea, han resistido en Şuşa. Entre estos valiosos vestigios, que recuerdan a los tiempos en los que Şuşa tenía unos diez caravasares y un montón de fabricantes de alfombras de entre los más refinados de Oriente Medio, artesanos de instrumentos, trovadores y juglares, está la mezquita Aschagi Govhar Agha. Obra maestra del estilo persa chiíta, su fachada actual data de la década de 1860. A pesar de los graves daños que sufrió, sigue luciendo sus magníficos minaretes dobles y arabescos de la sala principal y se ha renovado y restaurado en los últimos años. Seguramente también te sorprendan los impresionantes fragmentos de murallas que datan de finales del siglo XVIII y que fueron realizados por Panah Khan, un poderoso soberano del Karabaj de entonces. Las ruinas del palacio de Panah Khan son otro testimonio, aunque parcial, de la gloriosa historia de Şuşa en los buenos tiempos del Karabaj. La cultura armenia está representada por dos iglesias del siglo XIX, que, en cambio, están perfectamente renovadas: la catedral Ghazantchetsots y la iglesia de Kanatch Zham, que domina sobre la colina. También podrás contemplar una iglesia rusa y las ruinas de distintos monumentos de la ciudad colonial del siglo XIX. En el museo de historia de Şuşa podrás aprender más sobre la historia de la ciudad, contada por los armenios.

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Las minas de sal de Wieliczka, la meca de los góticos
Lamer al enano protector de la mina
Mina desde el siglo XIII, Wieliczka aprovisionaba de sal de roca (de buena calidad) a la mayor parte de los hogares polacos.
En el siglo XX, con el fin de su actividad minera, se ha convertido en un importante lugar turístico. Las minas de sal de Wieliczka están situadas en el sur de Polonia, cerca de Cracovia, en la ciudad de Wieliczka. Se puede llegar fácilmente en coche de alquiler, en tren (estación de Wieliczka rynek Kopalnia) o en autobús. Hay muchos hoteles y casas de huéspedes en la ciudad de Wieliczka, pero es más recomendable dormir en Cracovia, que es más agradable.
Antes de entrar, procura equiparte con ropa de abrigo, ya que se está a solo 15 °C en toda la mina.
La taquilla se encuentra en el pozo de Dilanowicz, donde se puede conseguir una audioguía en todos los idiomas. Para el descenso, se bajan los 9 niveles de la mina por una escalera gigantesca. ¡La impresión de frío y claustrofobia está garantizada!
Por el camino, te encontrarás con varias esculturas hechas por los mineros: relieves que representan escenas religiosas o históricas y el famoso duende, protector de los mineros, cuya leyenda dice que si se lame su barba se estará protegido de los peligros de la mina. El enano ya no tiene, obviamente, la barba (hay un gran hueco en su lugar), debido a todos los turistas que la han lamido, aunque muchos prefieren, simplemente, tocarla, por cuestiones de higiene. La roca tiene un sabor salado. Los niños no dejan de lamer las paredes...
La capilla: el punto culminante de la visita
La capilla subterránea de San Kinga, a unos 100 metros bajo tierra, es única. Kinga, una princesa húngara que llegó a comprometerse con el rey de Polonia, dejó caer su anillo de compromiso en un pozo y pidió que se cavara para encontrarlo. Fue así como la mina fue descubierta. Hecha completamente de sal, con azulejos y lámparas de araña en el altar, bajorrelieves y estatuas, la capilla es espectacular. Los mineros se reunían aquí durante sus descansos. También, hay una estatua del rey Boleslao pidiendo la mano de Kinga, realizada en roca de sal.
Por último, en la enorme sala principal, todos los turistas se reúnen para comer, comprar un cristal de sal, ver en una pantalla de cine una película sobre la historia de la mina y visitar el museo subterráneo. Se puede, simplemente, dar un paseo por este gran espacio a 135 metros bajo tierra.
Te sugiero dar una vuelta por el sanatorium para relajarte con el aire puro de la mina. De hecho, es evidente que no hay contaminación externa y la temperatura es constante, gracias a los microelementos y a un microclima: la calidad del aire es excepcional. ¡Aprovecha la terapia del aire! Los 150 metros de vuelta se ascienden en el enorme ascensor que transportaba a los mineros al final de su jornada laboral.
Se trata de un vertiginoso ascenso para regresar al aire libre, la luz y el calor.

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¿Myanmar, un destino de playa?
El Golfo de Bengala
Sería una pena no amenizar una estancia en Myanmar con una pequeña sesión de playa y holgazanería en el golfo de Bengala. Allí te esperan distintas alternativas, según tus expectativas, tus preferencias, ¡y tu presupuesto!
La playa más famosa del país es, clarísimamente, la de Ngapali, ¡y no sin razón! Arena blanca, aguas turquesas y cocoteros para un escenario paradisiaco e idílico donde se mezclan delicadamente exotismo y comodidad. Ngapali es turística, pero no es nada desmesurado. Cuenta entre los destinos de lujo que están más al alza. Se está valorizando mucho. La maravillosa Kantaya está cerca y no ha perdido ni una pizca de su encanto original. Y es que el acceso es más difícil. Aunque, aparte de vaguear en la orilla, no hay gran cosa que hacer allí.
Otra playa destacada y más tranquila que la de Ngapali es la de Ngwe Saung. En el orden del día: chapuzón, buceo y relajación a la orilla de una playa de arena fina.
Y, para los que busquen una playa más animada, con mucha vida local, sin importar el color de la arena o del agua, ¡Chaungtha es su playa! Puedes saborear pinchos de pescado y marisco a la barbacoa con los pies en la arena. Las noches vibran al ritmo del karaoke en la misma playa. Es una inmersión en toda regla en lo que son las vacaciones de los birmanos.
El mar de Andamán
El famoso mar de Andamán baña una parte de las costas del país. Por desgracia, el acceso está prohibido, menos para Kawthaung, donde solo hay un resort de lujo. Es una zona virgen, sin construcciones. El paisaje es verdaderamente mágico, inalterado y excepcional. Lo mismo se aplica a las islas Mergui, un archipiélago paradisiaco y deshabitado. La principal forma de acceder es haciendo un crucero. Durante una estancia en Myanmar no puede faltar una sesión de buceo entre peces multicolores.
Myanmar es, sin lugar a dudas, un destino de playa de primera categoría.

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El monte Wenchi, un panorama sorprendente
Ambo
Ambo es una ciudad termal conocida por su agua mineral con gas, y que es embotellada en las afueras de la ciudad. Es la marca más popular de Etiopía, te la encontrarás en todas partes durante tu viaje. Cerca de allí, a unos 12 km al oeste están, además del monte Wenchi, las cataratas Gouder y Huluta. Las cataratas del río Gouder, un afluente del Nilo Azul, son bastante llamativas, sobre todo al final de la temporada de lluvias. Y el lugar es tranquilo, más allá del pueblo, un sitio ideal para observar aves, que son abundantes especialmente aguas arriba.
En Ambo el único recurso de agua es este de agua caliente y gaseosa. Así que de los grifos de la ciudad sale un agua tibia y ligeramente burbujeante (no estoy seguro que ocurra en toda la ciudad, al menos sucedía en el hotel donde me dejaron). Las piscinas también cuentan con agua procedente de la misma fuente.
El monte Wenchi
Para acceder al monte Wenchi hay que tomar un sendero empinado durante aproximadamente una hora. Así llegamos a lo alto del cráter donde se tienen unas vistas fantásticas. En el pueblo tendrás que aparcar el coche, allí serás recibido por una multitud de niños y guías improvisados. También tendrás que pagar la entrada.
Te ofrecerán una variedad de excursiones a pie, con la ayuda de una mula o caballos. Para dar la vuelta al lago, siguiendo la ruta de la cresta, tendrás que calcular unas tres horas. Aunque también se puede recorrer siguiendo la orilla del lago. La pendiente es pronunciada, pero el trayecto es corto, de unos 4 km. El ascenso se puede hacer a caballo, pero recuerda negociar el precio antes de salir.
En una de las laderas de la montaña encontramos fuentes naturales de agua termal a las que no es muy fácil llegar. Al norte del lago, en una pequeña isla a la que se llega en barca, se alza el monasterio de Wenchi Chrikos. No estamos seguros de qué fecha data, ya que existen dos versiones distintas: una que dice que fue construido en el siglo XV por el emperador Zara Yaqob, y otra que dice que fue en el siglo Xiii por Takla Haymanot. En las horas que no hay oficios, el islote es un verdadero remanso de paz, perfecto para hacer un picnic.
Cosas que saber
El recorrido del monte Wenchi y su lago se puede realizar en una excursión de un día saliendo desde la capital, Addis-Abeba. Se puede llegar fácilmente a la ciudad de Ambo en transporte público, pero en el tramo de Ambo-Wenchi no hay ninguno, así que tendrás que tomar un coche o un todo terreno. Si decides ir un fin de semana, encontrarás hoteles en las dos ciudades más cercanas, Ambo y Weliso. Pero también puedes acampar cerca de las aguas termales.