San Carlos, sobre el papel, tiene su encanto: un emplazamiento ideal, entre el lago Nicaragua, las islas Solentiname, la isla de Ometepe y el río San Juan. Estas circunstancias son a la vez la bendición y la maldición de este rincón. Estos otros lugares son tan excepcionales, que hacen sombra a San Carlos. De haber estado ubicado en cualquier otro lugar del planeta sería todavía un gran lugar de vacaciones, pero a San Carlos le cuesta hacerse un hueco entre tantos lugares que son tan bellos en lugar de ser feos...
San Carlos es en mi opinión y sobre todo, un lugar agradable para el tránsito, probablemente la más agradable ciudad fronteriza que visitamos. Ello se debe a que además es un punto de travesía original hacia Costa Rica. Es toda una experiencia increíble pasar el puesto fronterizo en una pequeña lancha y recorrer algunas millas hasta Los Chiles. Quizás también os crucéis con algún mono por el camino...