Situada en un valle apartado de la autopista que une Innsbruck con Alemania, Reith im Alpbachtal es una pequeña ciudad tirolesa tradicional. Su centro, con una población de unos 2.000 habitantes, muestra el paisaje urbano de la región con numerosos chalés completamente de madera y su iglesia con el campanario en forma de bulbo de cebolla. En invierno, el lugar está a tope de gente con una excelente zona de esquí pegada a la ciudad. En verano, la ciudad está igualmente abarrotada porque ofrece bellas posibilidades para practicar el senderismo, así como numerosos lagos en los que es posible bañarse.
Si bien la ciudad parece agradable, pienso que su emplazamiento en un valle bastante industrializado es, quizás, menos encantador que otras aldeas de la región. Así pues, aconsejaría, tal vez, quedarse en otras partes de la región del Tirol antes que en Reith im Alpbachtal.
Me encantó el ambiente tirolés, acogedor y ¡oh, cuan desconcertante! Uno de los mejores recuerdos de mi viaje por Austria. Como amante de la naturaleza, pude disfrutar de los 150 kilómetros de marcha que dominan la aldea y ofrecen paisajes de una gran pureza.
Por cierto, uno no descansa aunque termine su jornada de marcha, porque en Reith im Alpbachtal,nos sentimos todavía en plena montaña incluso una vez de vuelta. Las montañas dominan la aldea por todos lados, lo que confiere al lugar una pureza natural de las más agradables.
Y estoy lejos de olvidar las delicias que me esperaban a la llegada. La cocina tirolesa es excelente y no tiene igual para reavivar las energías que habrás gastado en una larga marcha. Hay que probar el Alpbachtaler Heumilchkäse, producido en la quesería de la aldea, un queso de leche de heno sin el cual no podrás pasar una vez que te hayas ido.