Actualmente separada de la península mexicana del Yucatán por un estrecho canal, Ambergris Caye es la isla más grande de Belice y continúa atrayendo a las multitudes, en especial desde que Madonna la convirtió en su "Isla Bonita".
La primera cosa que que debes tener en cuenta cuando vayas a Ambergris es que no hay grandes extensiones de playas de arena. De hecho, al igual que muchas otras islas de la región, el sur de Ambergris cuenta con un arrecife arenoso y coralino poco profundo en donde las construcciones han ido erosioando poco a poco la playa. Más al norte de San Pedro, en la única zona habitada de la isla es donde se concentran las tiendas básicas y restaurantes, que por cierto pude disfrutar en mi último día de viaje por Belice, bellos rincones del paraíso bordeados de hermosas aguas turquesas.
Si bien ese entorno es perfecto para practicar todo tipo de actividades como la pesca, la vela, el kayak en el mar, o para relajarse en la playa, el principal atractivo de Ambergris para mí reside en la riqueza de sus arrecifes. Extendiéndose por varios kilómetros, la barrera de coral que bordea a Belice es la segunda más grande del mundo detrás de la de Australia, y ofrece unos lugares extraordianrios para realizar submarinismo o snorkel, entre los que se encuentran la imprescindible reserva marina de Hol Chan, Shark Ray Alley, o incluso Mexico Rock y Bacalar Chico, todas ellas accesibles a nado desde la playa.
Me gustó mucho el ambiente caribeño y multicultural que se respira en esta antigua tierra de pescadores, gracias a los diversos orígenes de su población, venida tanto de Belice como América Central, los Estados Unidos e incluso de Europa.
Durante mi viaje a Belice, llegué a Cayo Ambergris en velero. La entrada es un poco agitada, pero, una vez superada, te encontrarás en un magnífico lago de aguas turquesas. Desembarqué en San Pedro y deambulé por sus calles de casas multicolores. Al doblar cada esquina, escuchaba diferentes ritmos de reggae. También aproveché para hacer algunas compras, porque es en San Pedro donde están las tiendas. Comí en uno de sus numerosos restaurantes.
Después, fui a pasear por la playa, y no pude evitar bañarme en las aguas límpidas y llenas de peces de este país, que tiene la segunda mayor barrera de coral del mundo. Es una cosa de la que no me arrepiento para nada. Fue mágico.