Lamanai atrapó toda nuestra atención por su ubicación geográfica. Ubicado en una laguna y accesible sólo por barco desde Orange Walk, este antiguo pueblo sabe como hacerse querer. Esta localización le otorgó le dio un papel estratégico en el comercio.
Hoy en día este sitio arqueológico nos da la dulce ilusión de ser exploradores. Gran parte de los edificios aún no se han librado de la vegetación y la atmósfera tropical que hay aquí le daría a uno ganas de quedarse. El hermoso estado de conservación de algunas fachadas nos permite sumergirnos en la historia.
Me gustó especialmente la evocación de un personaje mítico de la cosmovisión Maya, el jaguar. Me hubiera gustado ver uno en persona, pero me contenté con otros animales en los bancos (monos araña, cocodrilos, aves ...). Un paseo que combina perfectamente la naturaleza y la cultura.