Orange Walk está lejos de habernos dejado un recuerdo imborrable. Sin saber a ciencia cierta el motivo, la verdad es que no nos gustó mucho el ambiente de esta localidad. Quizás nos chocó mucho el brutal contraste con México. Y la ciudad en sí misma tampoco es que sea tan bonita.
Aun así, sí que es agradable poder pasear en las orillas de las aguas. Estas riveras siguen siendo muy salvajes y si tenéis la oportunidad de ir por el río en barco, podréis ver muchas especies de aves, monos... y quien sabe si también algún cocodrilo. Sin embargo, si no tenéis intención de explorar las ruinas de Lamanai, entonces Orange Walk tendrá poco interés para vosotros.
También hubo algo curioso que nos dejó intrigados: son las comunidades menonitas germanas que viven aquí, en contraste con la población criolla, maya y garifuna.