Durante mi estancia en Nueva Caledonia, me decidí a ir a Ouvéa después de mi encuentro con un kanak originario de la isla. Me quedé allí 15 días porque tuve la suerte de ser acogido por un habitante.
Para un viaje fuera de los destinos habituales, Ouvéa es perfecta. Lejos de los clichés de las islas paradisíacas, la isla se ha mantenido auténtica gracias a sus habitantes. En la historia de Nueva Caledonia , Ouvéa es, por otra parte, muy importante. La toma de rehenes de Gossana de 1988 ha permanecido en el recuerdo y se construyó un memorial, llamado el memorial de los 19. Para comprender mejor la historia de la isla, es muy interesante entablar contacto con los habitantes y charlar con ellos.
En cuanto a la naturaleza, Ouvéa es muy rica. La isla está bordeada al oeste por una playa de 25 km con arena blanca, agua turquesa y muy pocos turistas. El agujero de las tortugas es, como su nombre indica, un enorme agujero de agua donde es posible ver tortugas que remontan para respirar. Al sur, el puente de Mouli y los acantilados de Lekiny son muy hermosos. Finalmente, al norte, pude practicar el buceo en la bahía de los tiburones.
Una minúscula pista de aterrizaje, único rastro de hormigón en el medio de la selva, una iglesia colorida, único monumento aquí, un puente insólito, donde observamos los animales marinos pasar bajo nuestros pies... una cosa es segura, en la isla de Ouvéa (o Uvea), estamos muy lejos de nuestra vida cotidiana.
El sentimiento de haber llegado al paraíso nos invade al poner un pie en la isla más al norte del archipiélago. La arena, que se asemeja a la harina, es muy blanca y el agua, cuando el cielo se oscurece, es de un color turquesa indescriptible. Dirígete también hacia el interior, para intentar encontrar el agujero de las tortugas.
La isla de Ouvéa es ciertamente uno de los más hermosos recuerdos de mi estancia en Nueva Caledonia, pero también de mis viajes en general, ¡porque jamás he visto un lugar como este!