Alejado de todo, Pouébo revela una de las múltiples caras de este archipiélago en el fin del mundo. Al volante de un coche, al atravesar Grande Terre desde Koumac, ¡la atmósfera y los paisajes cambian completamente!
En la carretera, de repente, se suceden tribus, puestos donde se exponen frutas o esculturas, marquesinas de autobús de colores y buzones con formas extrañas... Aquí las playas son salvajes y la vegetación es tropical, lo atestiguan las inmensas cascadas que bajan a toda velocidad de la cordillera (las montañas dividen la isla principal de este a oeste).
Te aconsejo que te detengas en Balade, allí donde James Cook arribó en 1774, y que dejes volar tu imaginación... Las vidrieras de su hermosa iglesia son de visita obligada para comprender y así mejor descubrir Nueva Caledonia.