Hoy en día esta es la capital de la comunidad autónoma del Tíbet. La ciudad está situada a los pies del monte Gephel.
Visita el palacio de Potala, un palacio antiguo del Dalai-Lama, quien gobernaba el Estado antes de que China se pusiese a la cabeza del Tíbet. Este palacio es una pura joya arquitectónica, resultado de la influencia oriental e india en este sitio tan especial del país. También podrás descubrir el magnífico templo de Jokhang, así como el palacio de Norbulingka. Estos tres lugares son algunos de los imprescindibles del país y además, estos han sido declarados patrimonio mundial por la UNESCO.
Lhassa es otro de los imprescindibles del Tíbet, también conocido como el «techo del mundo». Ya sea en gastronomía, música, medicina o arquitectura, el Tíbet cuenta con una cultura muy rica en tradiciones.
El nombre de Lhasa significa literalmente «tierra de los dioses». Capital histórica del reino del Tíbet, la ciudad hoy en día es el lugar principal y el centro económico, comercial y religioso de la región autónoma del Tíbet en China.
Prohibida durante mucho tiempo a los visitantes extranjeros (y todavía controlada hoy en día), Lhasa se transforma a pasos agigantados. Pasa de las viejas callejuelas del centro a las avenidas tentaculares de la periferia, y de los palacios y monasterios a los bares abarrotados y las tiendas totalmente nuevas. Es una ciudad misteriosa y llena de contrastes en la que merece la pena detenerse.
El palacio de Potala, el templo de Jokhang y el Norbulingka, clasificados por la UNESCO, están entre las visitas obligadas en Lhasa. Tras un par de días de visitas, los aficionados al senderismo podrán adentrarse en los parajes tibetanos y escalar sus montañas rematadas por monasterios.