Además de albergar el conjunto arqueológico más importante y mejor conservado de España, Tarragona cuenta con un casco antiguo medieval con un encanto muy particular, que convierte a esta localidad en un destino privilegiado en cualquier viaje por España. A veces eclipsada por su hermana mayor barcelonesa, situada a 100 km al norte por la costa, Tarragona merece algo más que una simple visita rápida.
Yo la visité en verano y quedé especialmente cautivado por la energía que se despliega en sus pequeñas y estrechas calles medievales repletas de restaurantes, en los que se sirven las especialidades locales, y de bares abiertos hasta altas horas de la noche. Además, la ciudad posee preciosas playas, ideales para soportar el calor del verano y que te permitirán tomar la instantánea más emblemática de la ciudad, la del teatro romano, que se erige prácticamente sobre la playa de arena blanca.