Al recorrer la Costa del Azahar (a la que da nombre la aromática flor de la naranja) fui haciendo pequeños descubrimientos, entre los que destacan Peñíscola (la localidad que más me gustó) y Castellón de la Plana, donde viví momentos realmente agradables.
Para empezar, debo decir que la ciudad cuenta con una bonita playa, una larga extensión de arena clara ideal para bañarse en un mar Mediterráneo de aguas cálidas y tranquilas o para pasear, especialmente al atardecer.
También visité el centro histórico, que alberga bonitos edificios antiguos, entre los cuales destaca la magnífica concatedral de Santa María, reconstruida de forma idéntica a la original tras haber sido destruida durante la guerra civil, y un campanario octogonal que data del siglo XVI. ¡Debes descubrirla durante una ruta por España!