Para empezar, me gustaría destacar el Cristo del Otero. Es difícil no verlo, ya que domina la ciudad desde la colina. Luego, si das un paseo por la calle Mayor, acabarás dejándote cautivar por la atmósfera castellana y la elegancia de su arquitectura. ¡La plaza Mayor es ideal para tomar una clara con limón y saborearla frente a la arcada, el ayuntamiento y la iglesia de San Francisco! Un poco más lejos, tras su austera fachada gótica, la catedral alberga un retablo plateresco y oculta los vestigios de antiguos templos en la cripta de San Antolín. ¡Es algo que no te puedes perder! La iglesia de San Juan Bautista merece absolutamente la pena.
En cuanto a la gastronomía, Palencia cuenta con varios platos muy interesantes, como el lechazo asado o cordero lechal, ¡una auténtica delicia! La ciudad es además un punto de partida privilegiado para descubrir el arte románico de la región. Aquellos que viajen en familia apreciarán las escapadas por los parques y los pueblos vecinos como Frómista y Carrión de los Condes, ambos atravesados por el Camino de Santiago.