6 consejos para viajar tranquilamente con adolescentes

Viajéis donde viajéis, las vacaciones son un buen momento para reforzar los vínculos entre padres e hijos, y entre hermanos. A continuación, encontraréis algunas pistas para reconectar con los miembros de la familia durante unas vacaciones con total tranquilidad.

Implicar a los adolescentes en la preparación del viaje

Antes de que comience la cuenta atrás para que empiece la aventura, es importante que vuestros hijos adolescentes se curren la preparación del viaje, así estarán más motivados. Que elijan el destino, las temáticas o las actividades. Esta lluvia de ideas en familia les permitirá identificar lo que quieren, así como evitar posibles conflictos una vez en el lugar. Cuando hayáis elegido el sitio, podéis despertar su curiosidad con películas de ficción o documentales sobre el país o la región, con novelas, cómics, cuentas de Instagram o podcasts. Pero todo ello con mesura: nada reemplaza el efecto sorpresa de la experiencia vivida y las conversaciones con los lugareños.

Elegir actividades adaptadas a sus gustos

Dime cómo es tu adolescente… ¡y te diré qué vacaciones escoger! Paseos a caballo para los amantes de la equitación, talleres de pintura para los artistas en ciernes o tirolina para los más deportistas ávidos de aventura. Nuestros expertos y expertas locales son los perfectos aliados para ayudaros a seleccionar las actividades que mejor se adapten a sus gustos.

Aprovechad este paréntesis para despertar el interés en vuestros hijos y enseñarles a viajar de manera responsable. Ver a las tortugas desovar en una playa de Costa Rica, recolectar comida para alimentar a los elefantes de un santuario en Tailandia o participar en la limpieza de una playa en México. En estas y en muchas otras experiencias gratificantes, ¡vuestros hijos experimentarán un cambio gracias a lo aprendido en el viaje!

Jugar con la conexión y la desconexión para así conectar mejor

¿Queréis que vuestros hijos se despeguen de las pantallas? El viaje es un momento ideal para ello, aunque hay que tomar algunas precauciones. Si es un tema delicado, evitad apartarlos bruscamente, porque conseguiréis lo contrario a lo deseado. Conviene más bien dosificar con maña el uso de Internet. Sin llegar a meter en la maleta un antena de WiFi portátil, se pueden planificar algunas pausas en cafeterías con WiFi o en otros lugares conectados: tus hijos no tienen porqué estar incomunicados con sus amigos y amigas. También podéis animarles a hacer un buen uso de sus smartphones, por ejemplo, organizando un concurso de fotos o haciendo un videodiario de viaje. ¿Y si utilizáis las pantallas para volver a conectaros en familia?

Saber dejar huecos libres

¿Lleváis meses fantaseando con las vacaciones, con paseos al amanecer, con visitas a museos y largos viajes por carretera, y con llenar la memoria de imágenes? ¡Pues alto ahí! Los adolescentes necesitan dormir, así que, si se les priva de dormir hasta tarde, estarán refunfuñando todo el día.

En cambio, podéis programar algunos huecos libres que sean solo para adultos, ya sea en pareja, con amigos o en solitario. Hay que dejar que los adolescentes gestionen su propio tiempo libre, y el viaje es también un buen momento para reforzar los vínculos entre hermanos.

Optar por un alojamiento ideado para la familia

¿Vuestros hijos adolescentes tienden a pelearse a la mínima? Las vacaciones son una buena ocasión para amansar a las fieras, pero por si acaso es mejor optar por habitaciones separadas siempre que el presupuesto lo permita. Elegir un alojamiento insólito, como un ecolodge en plena selva, hacer vivac en el desierto o una habitación en la casa de un lugareños, será una oportunidad para que vuestros hijos abran los ojos a un nuevo universo, para que se adapten a nuevos códigos y para que salgan de su zona de confort.

Este alejamiento de sus comodidades habituales puede ser muy instructivo. En la ciudad es preferible un alojamiento céntrico para que puedan pasear solos o con sus hermanos y hermanas (siempre que las condiciones de seguridad sean favorables, claro): estarán encantados de poder hacer sus primeras incursiones en la autonomía.

Seleccionar experiencias para disfrutar juntos

Una vez lejos del ajetreo cotidiano, ¿por qué no probar nuevas experiencias en familia? Ya sea aprendiendo las bases del kitesurf o en un curso de cocina, esta es la ocasión para explorar nuevas sensaciones y actividades que luego se pueden integrar en el ocio familiar. También es una oportunidad para vivir momentos preciosos de complicidad y para ver en qué cosas los hijos pueden ser mejores que nosotros.

Dejad que sucedan imprevistos para que se conviertan en anécdotas mágicas grabadas en vuestra memoria. Por ejemplo, una improvisada ataya (ceremonia tradicional del té), ofrecida por una familia durante un descanso en una aldea fulani de Senegal: en la sombra de las acacias, rodeado de mujeres y niños, el momento de descanso se extendió y el tiempo se detuvo. ¿Qué más se le puede pedir a un viaje?