Durante nuestro recorrido por Venezuela, echamos el ancla en las aguas cristalinas de la isla de La Tortuga. Tan pronto como pisamos la tierra, nos dirigimos a explorar la isla. Playas de arena blanca, conchas, trozos de madera, algunos habitantes, una cabaña de madera, y por supuesto, las tortugas junto a las que nos íbamos a bañar.
Muncho es un pescador que pone a disposición de los navegantes su barbacoa, sus bancos y sus sillas. Así que habíamos pescado algunos bonitos peces y vinimos a verle, acompañados de unos amigos. Buen ambiente asegurado y una deliciosa comida que terminamos sobre el agua. Pasamos varios días en aquel paraíso, alternando snorkel, pesca, paseos por la playa y relajación. Fue bastante difícil abandonar ese remanso de paz.