El cabo de Córcega es uno de los lugares imprescindibles detu recorrido por Córcega. Me gustó la diversidad que conformaban las colinas y montes bajos que dan forma al relieve y los valles paralelos donde se desarrollan pueblos y cultivos. Debido a su relativo aislamiento, la cultura local ha permanecido como una de las más características de la isla. La ruta por el cabo de Córcega toma un día en coche desde Bastia, pero también es buena idea perder unos cuantos días y hacer el recorrido en varias etapas.
Durante el trayecto se iban sucediendo montes bajos, pueblos encaramados en la montaña y rodeados de viñedos, pequeños puertos deportivos y otros puertos de pesca. Varios desfiladeros y carreteras de montaña ofrecen unas vistas impresionantes de este rincón de Córcega. Todo ello salpicado por arrecifes rocosos cuya forma desgarrada hará que te detengas en lugares muy íntimos.
Desde Bastia hasta Saint-Florent, seguí la carretera del tour de Cap Corse. Algunos dicen que es Córcega en miniatura. Se pueden encontrar pueblos muy bonitos como Erbalunga, que se extiende por el mar, o Centuri. En este pueblo de colores pastel, el pequeño puerto donde llegan las langostas es encantador.
En la costa este, hay hermosas bahías en donde es muy agradable bañarse. Es sorprendente porque el agua es poco profunda. Por lo tanto, hay que alejarse un poco de la costa para no hacer pie.
El extremo norte está recortado. Es un paisaje realmente diferente, sometido a los caprichos del viento.
El cabo de Córcega cuenta con unos paisajes diversos que requieren de tiempo para poder disfrutarlos durante un viaje por Córcega. Cabe señalar que no hay gasolineras y sólo hay un distribuidor. No es que esté tan aislado, pero es bueno pensar en ello.
Durante mi visita a Córcega, recorrí la ruta que da la vuelta al cabo de Córcega, entre Bastia y Saint Florent. La ruta es estrecha pero ofrece unas vistas muy hermosas, además hay zonas acondicionadas para detenerse.
A lo largo de la ruta hay varios lugares que descubrir, pequeños pueblos enclavados en la montaña, puertos minúsculos. Me detuve en varios de ellos para explorar esta parte de la isla que ha permanecido salvaje.
Hay que mencionar que las playas son de piedras, algo que no atrae demasiado a los amantes de las playas de arena blanca. Me quedé sorprendido con la antigua cantera de amianto y la playa que se ha tornado gris cuando la explotación estaba en pleno rendimiento.
Seguí la ruta de los vinos porque aquí es donde se encuentran la mayor parte de los viñedos. Terminé en Patrimonio, donde sin duda pasé para comprarme vino.