Žilina es una ciudad que puede desconcertar a primera vista: barrios periféricos de aspecto soviético con muchos bloques de hormigón decrépito en mitad de un profundo valle contaminado, un feo nudo de carreteras y ferroviario... las apariencias pueden llegar a ser algo desalentadoras. Sin embargo, si decides ignorar esta primera impresión y te adentras más por su centro, descubrirás una bonita ciudad animada y estudiantil, con un centro construido en forma concéntrica y magníficas callejuelas medievales dispuestas en torno a dos elegantes plazas centrales.
La vida nocturna es particularmente animada en la zona, y la ciudad abunda en bares, restaurantes y discotecas: una ventaja evidente si se compara con otras ciudades de este tamaño. Para mí se trata de una urbe que no tiene la reputación que se merece; podría llegar a ser una etapa agradable en medio de un viaje por Eslovaquia.