Recuerdo haber pasado en coche al lado del increible Sveti Stefan, esta magnífica ciudad histórica acurrucada en una minúscula casi isla histórica y haber preguntado a mi amigo montenegrino que era esa lugar y me respondió: "un hotel". Efectivamente, comprado por un promotor inmobiliario griego, el lugar ha sido transformado en un hotel de cinco estrellas para una clientela internacional de lujo. Un magnífico lugar histórico, cuyo estatus de patrimonio mundial es evidente, reservado a una pequeña clase privilegiada e innacasible para los demás.
Sveti Stefan representa para mi el mejor ejemplo del turismo triunfante en Montenegro, que empuja a las autoridades, a cambio de jugosos ingresos, a vender su litoral y su patrimonio al mejor pagador y transformarlo poco a poco en un paraiso para ricos o en complejos de hormigón sin una verdadera preocupación por la preservación. Es muy triste.
Durante un viaje por Montenegro, es imprescindible ir a ver este famoso complejo hotelero.
La historia de Sveti Stefan es, cuando menos, insólita. En los años 1960, el jefe del estado yugoslavo, Tito, decide hacer de un pequeño pueblo de pescadores fortificado el más hermoso pueblo de vacaciones de la costa adriática. Los más ricos se apresuran a ir a Sveti Stefan. Detalle divertido, cincuenta años más tarde, un grupo hotelero de lujo inaugura el complejo turístico Aman Sveti Stefan.
En el autobús, yo estaba con una joven pareja de rusos que estaban literalmente fascinados a medida que se acercaban a Sveti Stefan. Para ellos, la isla encarnaba una especie de Saint-Tropez y ellos venderían hasta su alma por poder acceder a ella.
Hay que tener un gran presupuesto para poder costearse una estancia en Sveti Stefan. ¡Lo mejor es, quizás, mirar desde la carretera nacional!