Al más puro estilo de la región, la minúscula aldea de Perast (algo más de 300 habitantes) esconde casas antiguas de piedra con tejados de tejas rojas, que se integran perfectamente bien en el paisaje con la magnífica bahía de un azul intenso, los cipreses verde oscuro y los primeros contrafuertes de las montañas que se elevan vertiginosamente detrás del pequeño centro urbano.
Pasé por Perast durante mi estancia en Kotor y aprecié especialmente el ambiente relajado de ciudad pequeña que reina aquí, los lugareños beben cafés y rakias bajo el campanario de la iglesia de San Nicolás. Antigua ciudad veneciana, representará un lugar ideal para explorar la bahía y los dos islotes muy fotogénicos de San Jorge y Nuestra Señora de la Roca, incluso si una visita de un día es quizás la más apropiada.
Tras la ascensión por las fortificaciones, puedes subir al Monte Lovćen y visitar el casco antiguo: una maravillosa excursión con salida desde Kotor. Tras desayunar y dar una pequeña vuelta por el pueblo de Perast, toma un barco (cuesta aproximadamente 5 euros) para poder dirigirte hacia los islotes que se alzan delante. Esta es la vista de postal por excelencia de tu viaje por Montenegro.
El islote de los pinos es privado y no se encuentra abierto al público, el barco se limitará a rodearlo. Por el contrario, el segundo islote de Perast alberga una preciosa iglesia ortodoxa. Tendrás media hora para visitarla, tiempo más que suficiente. Lo más interesante de esta travesía es, en definitiva, la vista sobre las bocas de la bahía y Perast. Cuando vuelvas al muelle ya solo te quedará darte un baño.
Para mí, Perast constituye un lugar idílico donde todo parece perfecto: sol, montañas, mar y el encanto de lo antiguo. La iglesia ortodoxa me pareció colocada allí como una cereza sobre un pastel.