A medida que te vayas acercando al monasterio de Varatec, te sorprenderá el blanco de sus muros, que parecen estar protegidos de los estragos del tiempo y de las inclemencias meteorológicas. Los tejaditos en forma de cúpula me parecieron muy especiales, porque terminaban todos en cruz, como si tuvieran la necesidad de ser bendecidos o estuvieran rogando al cielo.
Hoy en día, siguen viviendo religiosas en el lugar y ellas se encargan del mantenimiento del exterior y del jardincito botánico. Y, por lo que pude ver durante mi visita, ¡hacen muy buen trabajo! Disfruté mucho mi día en el monasterio de Varatec, aunque la visita al museo, con iconos y otros objetos religiosos, no me emocionó demasiado.
En resumen, es un buen lugar en el que pasar un día relajante, muy cerca de Agapia.