Me paré en Saltoluokta volviendo desde Ritsem. Debo admitir que el lugar es idílico: a orillas del lago Langas y rodeado por imponentes montañas. La visita es agradable: ver casas suecas de madera desperdigadas entre la naturaleza nunca me deja indiferente. El pueblo, o más bien la estación de montaña, puede acoger hasta 100 personas.
En efecto, tanto los senderistas de la Kungsleden como los que vuelven del Parque Nacional de Sarek se paran en Saltoluokta. La estación está organizada para facilitar equipamiento, comida e incluso arte sami. Un auténtico servicio de alta gama que hace que este destino también sea agradable para las familias. Durante el día, es posible pescar cerca de allí, ver una de las cascadas de agua más grandes de Europa y realizar muchas otras actividades.
Un destino que recomiendo sobre todo para un viaje en familia.