Pienso que Bobo-Dioulasso parece Ouagadougou en una escala más reducida. Me quedé admirada con la peculiar fachada de su gran mezquita. La parte antigua es muy bonita. Reina allí un ambiente agradable.
Pude conocer el trabajo de los broncistas. Dan ganas de llevarse algunas de sus estatuas. También vi a fabricantes de instrumentos musicales tradicionales. Me pareció interesante observar cómo se fabrican los djembes. Aunque el problema de la deforestación no es baladí, su manera de colocar la piel sobre los troncos es única. También pude observar cómo se elaboran los baláfonos. Me gustó mucho hacer estos descubrimientos en Bobo-Dioulasso, que convierten tu viaje por Burkina Faso en una experiencia más auténtica. Es difícil percatarse de todo el trabajo que hay detrás.
La ciudad cuenta además con un gran mercado que está entre los más bonitos de África. Lo cierto es que me gustó la variedad de productos existente.