Pasamos por la Villa de Santiago del Teide mientras descendíamos del Teide por su vertiente occidental; sin embargo no me pareció que esta villa tuviese algún encanto en particular. De forma gradual, pude ir avistando el Acantilado de Los Gigantes, que se encuentra dentro del término municipal de Santiago del Teide. ¡Este acantilado me pareció absolutamente magnífico! Da la impresión de que surge de entre las aguas del océano, pero en realidad se eleva a unos 300 metros de altitud sobre el nivel del mar.
En la carretera de la localidad de Los Gigantes se construyó un mirador desde donde se pudiera observar el acantilado. La perspectiva desde el mirador es verdaderamente espectacular: una vista del acantilado hundiéndose en las aguas turquesas y las casas construidas en las laderas de las montañas. Por supuesto, en el lugar veréis una tienda de recuerdos y dos bancos donde poder sentarse para admirar el vertiginoso paisaje. También podréis ver el acantilado desde abajo.
Pareciera que este acantilado fuera inexpugnable. Sin embargo, se puede hacer una excursión en barco para acercarse más a él. También hay un sendero de trekking que parte desde el diminuto pueblo perdido de Masca, otro destino de España que no debéis perderos por nada del mundo.
Santiago del Teide es una ciudad pequeña con una iglesia bonita y e igualmente pequeña. Es del XVII, dedicada a san Fernando Rey. La iglesia está encalada y resalta, blanca brillante, en la plaza central. En la misma plaza se encuentra el ayuntamiento, que también es bonito.
Al seguir la carretera en dirección noreste se llega a Garachico y a Icod de los Vinos, donde está el Drago Milenario. En dirección contraria (al sureste) están Puerto de Santiago y Los Gigantes, unos acantilados gigantescos que se hunden en el océano Atlántico.
Enfrente de la iglesia sale una carretera hacia el oeste. Te aconsejo seguirla hasta Masca, un pueblo muy pintoresco. En resumen, la ciudad de Santiago del Teide y sus alrededores son lugares de interés para visitar durante una estancia en Canarias.
En mi viaje a Tenerife, mis primeros pasos me llevaron hasta Santiago del Teide. Me sorprendieron de forma muy agradable sus casas, tanto de blanco inmaculado como pintadas de múltiples colores, sus pequeñas calles y toda la flora. Caí en un verdadero éxtasis admirando las "aves del paraíso", las strelitzias, que parecían alfombrar casi todo. ¡Incluso llegué a ver strelitzias blancas!
Esta villa es ideal para descansar lejos del bullicio que hay más al sur. Su playa es bastante pequeña, y sus restaurantes suelen abrir principalmente en verano. Pero a lo que yo realmente fui, era a disfrutar de su principal atractivo, conocido como el Acantilado de Los Gigantes. Me impresionó de verdad este acantilado de roca volcánica negra que se sumerge en picado dentro de las aguas del Atlántico, a lo largo de varios centenares de metros. Es una vista vertiginosa.