Para tu viaje por Isla Reunión, tienes que saber que a través de los bosques de tamarindos, de helechos y de maderas de diferentes tonalidades, la marcha hacia la Roche Écrite es de una belleza igual a su intensidad. Después del bosque, son las áridas formaciones basálticas lo que atravesamos, en un paisaje de una extraña belleza. Finalmente, llegamos al sitio para asistir a un espectáculo aun más fuerte.
Con su vista excepcional sobre los circos de Mafate y de Salazie, la Roche Écrite me dio la impresión de caminar por el borde del mundo. Dicho esto, hacen falta varias horas para ir desde Dos d’Âne al magnífico mirador y las nubes se amontonan siempre alrededor de las 9h. Para darte todas las oportunidades de observar este magnífico paisaje, puedes comenzar a marchar con la linterna tiempo antes de la aurora o dormir en las proximidades del sitio en el albergue de Plaine des Chicots o en un camping libre, un buen medio de compartir esta larga marcha... te lo aconsejo encarecidamente porque hacer esta marcha agotadora sin poder disfrutar de la vista ¡sería una lástima!
La caminata de la Roche Ecrite es para mí a la vez un recuerdo muy hermoso y un poco doloroso... la hice hace algunos años.
Una amiga me dejó al pie del bosque Mamode Camp, que me permitía hacer el trayecto más fácil hasta la Roche Ecrite. Al comienzo todo iba bien. Tras un paso por el bosque de cryptomerias (resinoso), me interné en la húmeda selva virgen tropical, con mucho placer: hacía fresco, los árboles son impresionantes, helechos por todas partes y orquídeas por aquí y por allá. El sendero bordeaba en ocasiones el precipicio que descendía hasta el río Saint-Denis. Después continué avanzando por el camino silvestre de la Roche Ecrite. Poco a poco la vegetación se iba enrareciendo. Gracias a los grandes tamarinos, el sendero permanecía en la sombra. Pero en poco tiempo, tan sólo quedaban arbustos que me llegaban a la cintura, el suelo estaba compuesto de lava acojinada o roca basáltica. Afortunadamente no hacía mucho sol, solamente una niebla espesa que regresaba en numerosas ocasiones, perdí de vista las manchas de pintura que indicaban el camino a seguir...
Tras cuatro horas caminando, seguía sin llegar al final del camino - cierto, andaba muy lento. Después de sólo cuatro horas, continuaba sin ver nada delante de mí... comencé a inquietarme y pensar en volver cuando caía la noche.
Di media vuelta, con el corazón roto por no haber llegado hasta el final, y diciéndome que de todas formas no habría podido ver nada. Me crucé con unos excursionistas, encantados con la caminata, que acababan de hacer un descanso para comer con unas vistas impresionantes a sus pies, un momento inolvidable en su recorrido por Reunión. Me confirmaron que no iba a ver nada ese día. La Roche Ecrite continúa siendo para mí un obstáculo invencible... pero los dos tercios del camino fueron fantásticos y no pierdo la esperanza de volver algún día.