A unos treinta kilómetros de la capital Lomé, durante mi viaje a Togo quise conocer el hermoso lago del mismo nombre. Durante una travesía en canoa entre el pueblo de Agbodrafo y la mítica ciudad de Togoville tuve tiempo para disfrutar del lago Togo.
Lo ideal es hacer esta visita al ritmo lento y pausado de una canoa. Tendrás mucho tiempo para observar a los pescadores lanzar sus redes y recuperarlas llenas de camarones.
En el corazón del país del vudú, el lago Togo ha sido escenario de una aparición divina. Se dice que la Virgen María habría emergido de las aguas para ir hacia Togoville, como harás tú en canoa. Pero en tu caso, el Vaticano no vendrá a confirmar el "milagro" :)
En Agbodrafo, las orillas del lago son realmente hermosas: arena fina, palmeras, cocoteros, sol (siempre que no vengas en la estación lluviosa)... Ideal para descansar o para hacer un paseo en canoa o bote de remos.
Aunque por mi parte, preferí descubrir las brillantes aguas del lago Togo desde todos los lados: la calma de las playas de Agbodrafo, la magia de Aneho, o el "lago" que llega al océano, todas ellas ofrecen unas vsitas ideales para los fotógrafos. Descubre el Glidji, el Vogan y sobre todo Togoville, centro religioso cuyas plazas y callejuelas siguen estando hoy en día impregandas del culto vudú. Allí también puedes descubrir la plaza de los Esclavos, donde se les reunía antes de ser enviados a Agbodrafo y luego a América.
El lago es un lugar imprescindible durante un recorrido por Togo.