Una vez pasada la frontera entre Montenegro y Albania, nos parece entrar de lleno en un mundo diferente y nuevo: las carreteras se llenan repentinamente de carretas tiradas por caballos y una nueva forma de miseria social hace su aparición.
Shkodra es la primera ciudad que nos sale al paso y, para ser sincero, aunque me interesó mucho este radical cambio sociológico, no hallé un interés profundo a esta ciudad en primera instancia. La suciedad parece estar por todas partes; los edificios son, en su mayoría, modernos, y el tráfico un infierno. Sin embargo, tras pasar un poco de tiempo aquí, comencé a apreciar esta ciudad caótica, con las calles agradables y rehabilitadas del centro y, en especial, su increíble fortaleza, llena de riquezas. En este lugar resistió de manera formidable el pueblo albanés, liderado por su héroe Skanderbeg, contra los repetidos asaltos del Imperio otomano.
En definitiva, una etapa o excursión que puede resultar muy interesante.