He aquí una hermosa playa, diferente a las que se pueden ver en los grandes centros turísticos del sur de la isla. La Caleta de Famara, una pequeña localidad pesquera que bordea su larga playa de arena, es un destino prácticamente sitiado por los surferos, quienes vienen hasta aquí para disfrutar de las olas y del viento... que aquí suele soplar con intensidad. El pueblo, a menudo desierto, está un poco alejado de la playa, y como habréis entendido, las principales actividades de la zona están hechas pensando en el mar.
Con todo, vale la pena echar un vistazo al paisaje de los alrededores de Famara. Es por ejemplo el caso del Risco de Famara, un enorme acantilado que se eleva por detrás del pueblo y de la playa, y por el cual se pueden hacer caminatas. Este es un destino que también gustará a aquellos de vosotros que os gusten las vacaciones de tipo deportivo.
Conocí a Estefanía el día anterior, y gracias a su invitación pude ir a Famara a verle hacer de piloto. A las 4 en punto, heme aquí en esta playa desierta de arena. Para gran desconcierto de mi nueva amiga, no había viento soplando. Según ella, esto no ocurre casi nunca.
Aproveché su paseo en coche para admirar las vistas del "Mirador del Río" y los acantilados. El pueblo es tranquilo y está algo vacío, como para pensar que todo el mundo se fue a hacer surf. Los pocos habitantes con los que me crucé están especialmente apegados a sus raíces.
Si és cierto que después de unos días en el sur, atestado de turistas, tal y como dice mi anfitrión nunca está mal estar un rato solo; aunque todo es relativo, ya que en Lanzarote tampoco veréis realmente grandes multitudes de gente. ¡Y qué decir de las puestas de sol! Sentada en la terraza de un restaurante, es realmente un momento mágico.