Haile Selassie, último emperador de Etiopía, está considerado como el mesías por la comunidad rastafari, y su país es como la tierra prometida. En 1948 hizo la donación de una parte de sus tierras personales, ubicadas en Shashamané. En olas sucesivas, seguidores del regreso a África, vinieron allí para instalarse.
La ciudad de Shashamané no es demasiado bonita y tampoco tiene muy buena reputación. Pero se sitúa en la carretera que conectaAddis Abeba y Hawassa, lo que te permitirá dar un salto al pueblo Rastafari, el único verdadero atractivo del lugar, un día que te encuentres de paso.
Si pasas la noche en el pueblo y tienes ganas, puedes participar por la mañana en una sesión de yoga, y por la noche, ir a conocer las hienas. Yo sólo pude verles los ojos.