Ubud es una parada que no te debes perder, allí tuve mi mejor toma de contacto con las tradiciones y la cultura balinesa.
Comencé mi visita a Ubud con un buen paseo por los campos de arroz. Me pasé toda la tarde alucinando con la amplitud de estos paisajes verdes brillantes y perdiéndome por caminitos elegidos al azar. ¡Una gran bocanada de aire fresco y una experiencia fuera de lo común, siempre y cuando elijas bien la ruta!
Otra cosa para hacer: el bosque de los monos, o Monkey Forest, es una reserva natural y un complejo de templos por donde estuve paseando entre diversas especies de monos, unas veces juguetones, otras, ladrones.
En cuanto al centro de la ciudad, está repleto de galerías y de academias de baile, yoga, pintura y escultura. Una cosa está clara, ¡en Ubud no hay lugar para el aburrimiento!
Cumplí un viejo sueño durante mi viaje a Bali: alquilar una casa en medio de los arrozales. Lo hice realidad en Ubud, en los magníficos arrozales que rodean la ciudad, mi lugar preferido de Bali. Ubud es una ciudad con una arquitectura magnífica. Cada mansión tiene su propio altar en el jardín y la villa parece un inmenso templo. Aunque las calles principales están llenas de turistas, hay muchas callejuelas que permiten perderse por los meandros de la ciudad.
Ubud tiene una reserva: la selva de monos, donde viven numerosos primates entre los templos. No dudarán en subirse encima de ti si pasas por delante, así que, ¡cuidado con tu cámara de fotos! También te aconsejo visitar el templo de Goa Gajah, algo apartado del centro de la ciudad. La fachada de la cueva dedicada al dios Ganesha está esculpida de forma maravillosa. Una ciudad imprescindible durante tu viaje a Bali.