Durante mi viaje por esta región quise visitar Jerusalén, Nazaret y Belén. Pero además, también quise explorar este desierto, pues quería observar la naturaleza del mismo más de cerca. El desierto de Judea se caracteriza por presentar un paisaje muy variado. Me ayudaron en mi excursión dentro de la Reserva de Ein Gedi. La caminata fue muy agradable, siguiendo un curso de agua sinuoso entre acantilados, dibujando un surco verde fresco en el calor de la arena y piedra. Al entrar en el parque nos daban la bienvenida todo tipo de grandes árboles y marmotas que subían por éstos.
Para concluir la caminata por el desierto, nada mejor que bañarse en el Mar Muerto. Un remedio relajante y lleno de virtudes... ¡dicen que la sal que contiene está llena de propiedades y beneficios! Podréis llegar hasta el Mar Muerto desde varios puntos del desierto.
El desierto de Judea es también un lugar histórico. Tenéis que hacer una excursión a la imponente fortaleza de Masssada para tomar un poco de altura.