Es fácil comprender por qué la mística judía nació en Safed, ciudad situada en el corazón de las colinas de Galilea. A día de hoy, la parte moderna de la ciudad carece de encanto; sin embargo, una vez nos alejamos de ésta, la magia surge. El peculiar paisaje de la ciudad lo conforman sus callejuelas adoquinadas, sus antiguas sinagogas, sus casas de piedra, sus talleres artesanales y las vistas despejadas de los campos circundantes.
La parte antigua de Safed posee una calle principal bastante turística. Si uno quiere impregnarse realmente de la atmósfera de la ciudad, es preferible alejarse de esta calle, a pesar de que constituye un buen punto de referencia en este laberinto de callejuelas. Por otra parte, la ciudad antigua no es excesivamente grande, y la mayor parte de sus calles son peatonales, lo que facilita el recorrido.
Safed y sus alrededores son, en mi opinión, de imprescindible visita durante un viaje a Israel. Podemos permanecer un día o dos para captar de verdad el ambiente de la ciudad y descubrir sus encantos secretos.