Durante tu viaje por Madeira tendrás la posibilidad de visitar esta especie de "Finisterre" con aires de cabo del fin del mundo: la Ponta de São Lourenço. La punta más oriental de esta isla está formada por tubas volcánicas de muchos colores. Las rocas teñidas con tonos anaranjados y violetas me sirvieron como fondo para fotografiar las magníficas flores salvajes que se pueden hallar en este lugar.
Me gustó sentir el viento del mar dándome en la cara toda vez que caminaba sobre la punta a través de senderos señalizados. Admiré los acantilados heridos por la erosión hundiéndose en el océano. Las brumas que se desplazan hacia el sur le dan a este lugar un aspecto misterioso, dejando únicamente distinguir la cima de las montañas, alzándose en torno al camino de vuelta. Me mojé los pies en una de las pocas playas auténticas de esta isla, por la ruta de Caniçal. Es una playa pequeña, ¡pero de arena oscura!