Cuando llegué a la reserva de Palmwag donde decidí pasar la noche, me acuerdo de que todo era muy verde: palmeras, montañas con rocas rojizas y salpicadas de matorrales verdes a lo lejos. El entorno es maravilloso.
Unos carteles me indicaron que podían pasar elefantes cerca, o incluso dentro del campamento, ya que se han acostumbrado a venir a beber a la piscina del Palmwag. Daba un poco de miedo, pero me parecía todo bastante increíble. Más tarde, cuando el sol se puso en Palmwag tuve la impresión de que el cielo se encendía con todos los colores anaranjados posibles.
Al final, ni los elefantes ni los leones se acercaron al campo durante la noche. Sólo fue durante una excursión "en busca de los elefantes del desierto" cuando los pude contemplar.