Si bien es raro que uno se detenga ahí durante un viaje a La Reunión,Saint-André es un lugar con sitios culturales muy hermosos. Su templo tamil me sorprendió vivamente, con sus cientos de esculturas y de colores. A algunos pasos del templo, hay una vieja iglesia que destaca, completamente cargada de historia.
Saint-André destaca por su fabuloso mestizaje que se anima con celebraciones chinas, tamiles y propias de la Isla Reunión. Así, podemos asistir a su fiesta de las linternas, al año nuevo tamil y al 20 de diciembre, fecha de la abolición de la esclavitud.
Esta ciudad es más que una puerta de entrada en el circo de Salazie, es una perfecta representante de las mezclas de la isla de La Reunión y de la riqueza cultural de la isla.
Pasé un atardecer extraordinario en San Andrés. Después de pasar dos días en Salazie, comí en el restaurante Kom la kaz. Como indica su nombre, posee un aspecto auténtico y hospitalario, y esas no son palabras vacías. Me sirvieron abundantemente un plato de cabrito en una bonita terraza en la que los reunioneses se daban un festín en familia y en la que se juntaban amigos en largas mesas muy animadas.
A continuación me dirigí hacia el parque de Colosse donde estaban preparados los desfiles de Dipavali de San Andrés. Esta fiesta es una de las más importantes de la diáspora india y tamil del mundo entero. En Reunión se celebra un poco por todas partes con desfiles, bailes y diversos espectáculos. Ese día en el parque de Colosse me esperaban los puestos de ropa, joyas y tatuajes de alheña tradicionales. Al caer la tarde, comenzó el desfile: carrozas florales y coloridas, tractores adornados, bailarines maquillados de todas las edades, vestidos de seda y telas muarés me ofrecieron unos momentos inolvidables. Fue entonces cuando pensé que un viaje a Reunión era en realidad una experiencia aparte.