Lugar de llegada de los doce amotinados que fueron los primeros pobladores de Isla Reunión, Sainte-Suzanne es una ciudad verde al borde del mar en el noreste de la isla. Me encantó descubrir su faro con sus franjas rojas y blancas pero es por su naturaleza circundante por lo que el lugar impresiona.
No es preciso ir muy lejos para contemplar su belleza. Así, a diez minutos de Sainte-Suzanne, en el corazón de los campos de caña de azúcar, la cascada Niágara barre los alrededores con sus violentas salpicaduras, recorriendo la piscina natural en la cual se arroja en un tumulto constante. Un espectáculo que, si seguramente no vale lo mismo que las cataratas homónimas del noreste americano, es una hermosa atracción para visitar durante un viaje por Isla Reunión.
Conocí Santa Susana gracias a un taller de cocina. No había pensado en visitar ese rincón de la isla, pero la ocasión se presentó por sí sola. El taller de cocina se llevó a cabo en la casa del cocinero monitor. Alrededor del fuego de leña, iba explicando las bases de la cocina reunionesa y sus influencias. Con él hicimos un pato a la vainilla con un olor y sabor deliciosos. También probamos un cóctel de frutas frescas como aperitivo con las samosas y pinchitos. Disfrutamos de la comida en las furgonetas con hojas de plátano de la forma tradicional: una experiencia auténtica en contacto con la cultura local, ya que la mitad de los clientes eran reunioneses.
Tras ese copioso almuerzo, la tentación de hacer una siesta era muy grande, pero me aguanté y me fui a conocer elBassin Bœuf de Santa Susana y sus vecinas. Un bonito paseo muy accesible para cualquier persona (las cuencas principales): caminar bajo los árboles me ayudó a hacer la digestión y medir la dinámica vegetación reunionesa. Algunos árboles habían sido tumbados por ciclones, y volvían a echar brotes como si nada hubiese pasado. En todas partes se veían lianas, hierba, y árboles gigantes, componiendo una maraña casi infranqueable.
El baño en la cuenca de agua me refrescó mucho, estaba preparado para bajar a la costa y descubrir el único faro de Reunión: sorprendente cuando nos enteramos de que la isla solamente ha estado unida al mundo en barco hasta los años 50. Este faro, restaurado bellamente, se encuentra en el borde del mar y podemos ver cómo la costa de barlovento y las olas embisten contra él. Para terminar, fui a contemplar la cascada de Niágara, bastante crecida por las lluvias recientes.