Descubrí San Luis por casualidad. Esta ciudad nunca aparece en las guías, pero mientras esperaba el autobús para Cilaos, tenía dos horas delente de mí... Así que me di una vuelta por la ciudad. Allí, la mezquita, los templos tamiles y la iglesia católica se encuentran a unos metros unos de otros. Me gustó mucho la mezquita y sus mosaicos azul turquesa. La población y las tiendas están hechas a la imagen de este centro urbano. Reunioneses de todos los orígenes llevan sus prendas tradicionales y se mezclan en un bello desorden. En San Luis reina un ambiente mestizo muy representativo de Reunión y sus influencias culturales.
También aproveché para tomar un bocadillo en el centro de la ciudad, y sonreí al ver la variedad de arroz cantonés (cerdo o pollo) y salsas indias disponibles. Al conversar con los demás clientes, me enteré de que en el río San Luis había una granja pedagógica bastante reciente y muy popular entre los habitantes: ofrece a los niños diversas actividades en torno a la naturaleza, para ayudarles a descubrir los animales de la granja y la agricultura. Los reunioneses parecen estar muy arraigados a la cultura rural, así que están contentos de poder introducir a sus hijos en esas prácticas, incluso si viven en la ciudad. Y para los turistas, la granja de Lou Cachet también ofrece talleres en los que aprender sobre la naturaleza de Reunión además de acceder a los fondos documentales para las estancias en familia.
A pesar de este bonito intercambio con los habitantes de San Lus, era la hora de marcharse en dirección a Cilaos...